¡Fuera pañales!


Con mis hijos supe que era señal de quitarles el pañal cuando casi ya no se orinaban por la noche y tenían curiosidad cuando mamá o papá iban al baño. Entonces fue cuando me decidí a quitárselo.

Con mi primer hijo fue más difícil porque todos me daban consejos acerca del modo en el que había que quitarle el pañal, y novata e ilusa de mí, les hice caso durante un par de semanas.

Antes de cumplir los dos años, comenzamos la aventura. Primer mal consejo que me dieron: vuelve a ponerle el pañal para la siesta y la noche; y con esto lo único que conseguí fue liar a mi pequeñín, porque ya no sabía si pedir el pipí y la caca o hacérselo encima.

Al final opte por quitárselo todo el día, y no tuvimos muchos problemas, algún que otro escape hasta que se acustumbró y alguna que otra bolita de caca decorando algún rincón de la casa. Pero desde que se lo quité por completo, fue mucho más fácil y en cuatro días lo conseguimos.


Con mi hijo pequeño fue distinto porque no cometí el mismo error, también se lo quite sobre los dos años. El pipí fue rápido que entendiera que había que hacerlo en el baño, eso sí, las primeras veces iba al baño pero se lo hacía encima. Enseguida entendió que tenía que hacerlo en su váter pequeñito.

Con la caca si tuvimos problemas porque no quería hacerla en el váter ni en el pequeñito, ni en de mayores con su adaptador, decía que le daba miedo. Tras un par de bolitas en sus bonitos calzoncillos, se dio cuenta que eso "no gusta” y aunque pasaban dos o tres días sin hacer de vientre, al final terminó por aceptar que el mejor sitio para hacer sus cosas era el váter. 

Menos mal que no hice caso a los consejos una vez más, porque me recomendaban de nuevo ponerle el pañal para que hiciera caca, y en mi opinión vuelve a ser un error, ya que con eso conseguimos confundir a los pequeños.


Espero que os sirva mi experiencia.

Mami de dos nenes


Así es, soy mamá de dos niños, dos pequeños terremotos, dos chicos... Desde que empecé a pensar en quedarme embarazada no sé por qué, pero siempre intuí que tendría niños. En ambos embarazos tardamos en saber el sexo de los bebés, no querían dejarse ver, pero sobre todo recuerdo que cuando tuve mi segundo hijo y supimos que era niño, llovieron los pésames de la gente de alrededor: "Oh! ¿Otro niño? Qué pena...". A lo que yo siempre he contestado: "¿Pena? Pena ninguna, ¿pena tener dos niños preciosos y sanos?".

Luego están las personas que te animan a ir a por la niña, pero bueno esto me hace mucha gracia de verdad, porque yo creo que aún existe cierto machismo y se piensa que teniendo niñas cuidarán de ti etc, y en mi opinión eso no dependerá nunca de si son niños ni niñas, sino de la educación que les demos.

A mi me tocaron dos nenes, y estoy súper agradecida, tener dos chicos en casa es estar en continua actividad, una aventura diaria y un no parar. Con mis dos terremotos he aprendido infinidad de cosas, a jugar con todo tipo de vehículos y además me conozco sus nombres. Me llenan de besos y abrazos, me dicen mil veces mami que guapa estás, siempre están listos para salir, no hay problemas en qué ropa me pongo y si hacen juego las diademas con los leotardos. 

No tengo que desenredar pelos ni comerme la cabeza en qué peinado les hago, a la hora del pipí cualquier sitio vale, son capaces de hacer amigos en cualquier sitio... Eso sí, pongo lavadoras como si no hubiese un mañana y tengo que tener el botiquín cerca, porque para ellos la diversión es saltar, tirarse de una y mil maneras por el tobogán e intentar trepar árboles, por lo que de vez en cuando hay alguna herida y algún que otro chichón.

Aunque sean niños o sean niñas, lo verdaderamente importante y seguro, es que la mayoría pensáis como yo. Nuestros hijos es lo mejor que nos ha pasado en la vida, y lo único que queremos es que sean felices.

El miedo a la maternidad (segunda parte)


Si hace unos días os contaba cómo fue el miedo a la maternidad con mi primer hijo, en mi segundo embarazo, los miedos más importantes que llegaron a aparecer durante el primero se disiparon, sin embargo, aparecieron otros. ¿Qué es lo que nos pasa cuando está en camino nuestro segundo hijo?, fue una de las preguntas a las que tuve que hacer frente en ese momento tan importante de mi vida. 

En mi caso fue una inmensa alegría, pero de nuevo el temor me invadió, tuve miedo a perder ya mi vida casi ordenada con un niño de 6 años. También me temía, ahora creo que de forma estúpida, si iba a querer, o no, a mi segundo hijo igual que al primero. Con el tiempo me di cuenta de que sí, puedo afirmar que el amor por los dos es inmenso.

También recuerdo tener miedo a no saber organizarme, a no saber si iba a poder darles el tiempo que necesita cada uno, y si eso afectaría, como consecuencia, a mi hijo mayor. Volver a vivir esas noches sin dormir, la vuelta de los pañales, biberones...  

Una vez que nuestros pequeños nacen, sorprendentemente, esos miedos absurdos desaparecen y te inunda una gran felicidad, vuelves a aprender poco a poco de tus propios errores y experiencias, porque cada maternidad es única y cada hijo también. Aunque, en esta ocasión conté con la inestimable ayuda de mi primer hijo, que siempre ejerce de un gran hermano mayor, colaborativo, obediente y siempre dispuesto a echarme una mano.

El miedo a la maternidad


En mi primer embarazo tuve un montón de sensaciones, una mezcla de sentimientos que, imagino, les sucede a todas las madres primerizas. El “miedo a la maternidad” llega y te haces un montón de preguntas: ¿estará todo bien? ¿cómo me organizaré cuando nazca el bebé? ¿cambiará mi relación de pareja? ¿seré buena madre? ¿y mi marido un buen padre? ¿seré capaz de cogerlo? ¿cómo será el sexo después de tenerlo? ¿entenderé qué le ocurre cuando llore?

Y así un largo etcétera de preguntas tras preguntas que surgirán durante todo el embarazo. Las personas del exterior tampoco ayudan mucho, preguntando a cada momento: ¿ya sabéis el sexo? ¿todavía no habéis elegido el nombre? ¿vomitas? Todo el mundo te cuenta su experiencia, todos saben más que tu...¡¡y eso que todavía no ha nacido!! Empiezan los agobios.

Si es vuestro caso, os animo a que disfrutéis, de un modo u otro, de vuestro embarazo, que a ser madre se aprende cada día. Cuando tengáis en brazos a esa personita, todos los miedos irán desapareciendo, y ambos aprenderéis poco a poco. Tenéis que conoceros poco a poco, porque vais a cometer fallos, otras veces acertaréis... Vais a escuchar consejos de todo tipo, algunos de ellos que nada tendrán que ver con vosotros y vuestra forma de ver la maternidad.

También escucharéis otros consejos que seguramente os vendrán genial, leeréis libros, revistas especializadas… Pero lo que os puedo asegurar, es que con amor todo se supera y, poco a poco, los miedos se esfumarán. Tan solo queda disfrutar de ser mamá.

Una mamá de andar por casa


Mi nombre es Graci y tengo el mejor oficio del mundo: ¡Soy mamá!
Una mamá de dos niños maravillosos. Uno de 8 años y otro de 2. Nadie te enseña a ser madre, no viene explicado en ningún manual, por muchos libros que hablen sobre el tema, ser mamá es una experiencia que se aprende con el día a día. 

Aunque a veces me agoto y tengo mis miedos, no cambiaría mi vida por nada del mundo. Mis hijos me han enseñado cosas maravillosas, me han descubierto un mundo nuevo, he vivido un montón de primeras veces con ellos y me he vuelto a emocionar con pequeñas cosas...

Desde este blog quiero contar mis experiencias, mis aventuras, desventuras y truquillos. Espero que compartáis los vuestros conmigo.

Enseñarás a volar, pero no volarán tu vuelo.
Enseñarás a soñar, pero no soñarán tu sueño.
Enseñarás a vivir, pero no vivirán tu vida.
Sin embargo.., en cada vuelo, en cada vida, en cada sueño,
perdurará siempre la huella del camino enseñado.

Madre Teresa de Calcuta